Felices fiestas en honor a la Virgen de Altamira de Miranda

septiembre 10, 2025

Felices fiestas en honor a la Virgen de Altamira

Desde Miranda de Ebro, en Maderas Susaeta queremos felicitar de corazón a todos los mirandeses en estas fiestas de la Virgen de Altamira. Son días de encuentro, de memoria compartida y de orgullo por lo que somos. La Virgen de Altamira, tallada en madera y cuidada con cariño a lo largo de los siglos, es mucho más que una imagen: es parte viva de nuestra historia. Como empresa que trabaja la madera desde hace generaciones, nos emociona especialmente ver cómo un material noble, bien tratado y conservado, acompaña a todo un pueblo y atraviesa el tiempo.

Una historia que nos mira desde lo alto

La devoción a la Virgen en nuestra zona se remonta a los primeros siglos del cristianismo, en una orilla del Ebro salpicada de templos dedicados a la Madre de Dios. En torno al año 804, con los conflictos que afectaron a estas tierras, muchas obras religiosas se ocultaron para protegerlas. Entre ellas estaría la primitiva imagen de la Virgen de Altamira, una talla del siglo IX.

Siglos después, la tradición sitúa su hallazgo en la parte más alta de la ciudad, en el término de La Picota, donde se levantaría el Castillo. Allí, bajo la torre más alta, llamada Mira, apareció la imagen en una cueva. De ese doble origen toma nombre nuestra Patrona: Alta, por su posición elevada desde la que se divisa todo, y Mira, por la torre y por esa actitud de madre que siempre está atenta a sus hijos y a la ciudad.

Tras el hallazgo, se levantó una ermita que con el tiempo fue derribada para construir la fortaleza. A lo largo de los siglos, la ubicación de la imagen cambió según las circunstancias de Miranda. En el siglo XV, cuando la población bajó a la llanura junto al Ebro, la Patrona se trasladó al altar de Santa María, donde estuvo el antiguo Hospital de El Chantre. También la propia imagen ha vivido añadidos y retiradas de elementos según las modas de cada época. Pero siempre, en cada cambio, ha ido con su pueblo.

Si hay algo que hace singular a la Virgen de Altamira en el sentimiento popular es la leyenda de su “tercera mano”. Como recuerda Agustín Burgos, miembro de la Cofradía y profesor en la UBU, esa leyenda la identifica con Miranda y enseña a “mirar más allá” desde un sano inconformismo. La tradición oral recoge distintas versiones, pero todas apuntan a lo mismo: una Virgen cercana, con “una mano de más” para llegar donde hace falta, para sostener, ayudar y acompañar a su gente.

Más allá del detalle de cada relato, el mensaje permanece: la Patrona de Miranda no solo mira desde lo alto; también tiende sus manos —las de todos los mirandeses— para cuidar de su ciudad. Esa es, quizá, la fuerza de esta leyenda: un símbolo sencillo y profundo a la vez, muy nuestro.

Desaparición y nuevas tallas: cómo nació la réplica

La historia reciente de la imagen también forma parte de nuestra memoria. La talla gótica original, fechada entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV, desapareció en 1936. Después llegaron dos sustituciones realizadas por el escultor e imaginero bilbaíno Quintín de Torre, pero ninguna terminó de arraigar entre los fieles.

En 1980, el escultor madrileño José Rodríguez talló en su obrador de Arganda del Rey la imagen que hoy recibe culto en el altar mayor de Santa María. Es una pieza de tamaño algo inferior al natural, labrada en madera policromada y considerada por muchos devotos como la reproducción más fiel del original desaparecido. Con el paso del tiempo y las salidas procesionales, esta imagen —como cualquier talla de madera— acusó el desgaste propio del uso y los traslados.

Para preservar su integridad, se realizó más recientemente una réplica procesional en los talleres Restauradoro. Esta réplica, hecha en poliéster, reproduce con fidelidad la imagen que se venera y está pensada exclusivamente para salir a la calle en las fiestas. Así, la talla de madera permanece protegida en el templo. Como novedad práctica, la réplica permite retirar la corona mural —algo imposible en la imagen de madera— y lucir en procesión una corona cincelada en plata.

En Maderas Susaeta conocemos bien lo que significa cuidar una obra de madera: estabilidad, protección, respeto por el material y por su historia. Por eso valoramos especialmente este esfuerzo de conservación que garantiza que la devoción siga viva sin poner en riesgo la pieza.

Un deseo para estas fiestas

Estas fiestas invitan a levantar la vista y a mirar con perspectiva, como hicieron nuestros antepasados al nombrar a su Patrona. Que estos días estén llenos de alegría, tradiciones y un profundo respeto por nuestra Virgen de Altamira. Desde Miranda de Ebro, os deseamos unas felices fiestas y renovamos nuestro compromiso de seguir cuidando lo nuestro: el oficio, el material y la memoria que compartimos.